sábado, 21 de julio de 2012

ARTE

Es ahora, con el sabor de boca amargo que se tiene de manera general, y que tengo yo de manera particular, cuando quiero escribir sobre lo que más me gusta que es el arte y particularmente la música.

Con motivo de las fiestas de Ávila, hoy se ha celebrado la XVI muestra de folklore "ciudad de Ávila". Tengo que decir en contra de mi misma, que a pesar de haber tenido alguna que otra asignatura sobre el folklore español soy una inculta sobre el tema, y eso es algo que me averguenza terriblemente. Aún así, creo que los grupos que hoy he visto se merecen algo más que una reseña en un blog perdido como este, pero que quiero reflejar. La forma de vivir su baile, su música, su arte en definitiva, me ha dejado claro que lo sentían de verdad y que eso "tan bonito" como he oido entre el público, es fruto del trabajo, del esfuerzo y la ilusión de un grupo de personas.

El acto era presentado por una periodista/encargada/graciosa, que no estaba a mi parecer a la altura de los grupos presentados ni de lejos, pero que aún así han desplegado su arte en el episcopio, un lugar entrañable y mágico.

El primer grupo en actuar ha sido el llamado Jorge Manrique, de Palencia; a pesar de no conocer su zona, ni sus tradiciones, han dejado claro que quieren mantener y recuperar los bailes y cantes tradicionales de antaño, y con sus preciosos trajes regionales han hecho gala de una fuerza imparable en el escenario. Los bailes acompañados de dulzainas y tambores, creaban un clima perfecto. Si bien es cierto que las voces se delataban "no educadas" dándole ese toque natural, lo hacían con soltura. Es también criticable la afinación de los instrumentos de viento. El timbre penetrante de las dulzainas hace que a oidos sensibles, como los míos, la desafinación y el desajuste de estos instrumentos hagan olvidar el conjunto y te chirríen las neuronas critándote que te alejes de allí.

Al margen de estos detalles, ha sido una actuación en la que los artistas disfrutaban y te hacían disfrutar; la unión y complicidad del grupo era obvia y eso daba al espectáculo una dimensión mayor, especialmente con su número final de "alegría" que tanta falta hace por estos lares.

El segundo grupo venían desde Madrid y se denominaban Grupo de Coros y Danzas. Me ha sorprendido la forma de vestir que las señoras (muy entendidas) sentadas detrás de mi han calificado de "goyesca" y debía serlo puesto que en ocasiones puntuales han representado cuadros estáticos del famoso pintor.

Este grupo ha sido completamente diferente, no tan "tradicional" (limitado a lo que yo entiendo por folklórico), con influencias de la danza clásica, el espectáculo se perfilaba como un todo estético cuidando cada detalle. Quizás porque amo lo espontáneo, lo natural y especialmente lo real este grupo, si bien me ha gustado, no me ha transmitido tanto como el anterior. Ha sido un gra despligue de baile y de vestuario, el número de bailarines era mayor y los músicos (esta vez guitarras y laudes) no desafinaban tan cruelmente, pero era demasiado "académico" y el folklore ha sido y debe ser natural y puro (a mi modo de entender y desde mi vena "purista" que de vez en cuando aflora).

En último lugar, el grupo abulense, un gran grupo sin duda, Urdimbre. Ya he asistido a más espectáculos y siempre me han gustado; aunque es cierto, que dado mi desconocimiento en este ámbito (y más en años pasados) no podía apreciar la verdadera importancia de su labor. Volviendo a la actuación, aunque tenía tintes muy semejantes al primer grupo, con su pieza de "palos" (o algo parecido) han dejado claro que los bailes regionales son algo más que dar saltos como muchos creen y han colocado bien alto sus bailes y su nivel.

Hoy me declaro enamorada del folklore, defiendo la importancia de nuestro patrimonio  y creo que es importante trabajar en la conservación del mismo. Cabe destacar el detalle del público asistente; no miento si digo que mi presencia allí bajaba la media de edad en mucho más de veinte años; es triste que nosotros, la generación que regenera la de nuestros abuelos, aquella que vivió esos bailes y que aprendió las tradiciones, tenga tan poco interés y esté arrojando al olvido esa parte tan importante, tan bella y tan nuestra de la cultura española.

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