domingo, 12 de agosto de 2012

Invertidos

Hoy, paseando por el centro de Ávila después de una relajada temporada fuera de ésta, mi ciudad, he observado los escaparates de otrora una joyería de renombre, un lugar donde todo ser buen posicionado compraba sus valiosos enseres, donde collares, pulseras, pendientes y pasadores brillantes, de plata, de oro y piedras preciosas se exponían cuidadosamente sobre tapizados cuidados y luces que arracaban los mejores brillos de las joyas. Ahora, de esa lujosa joyería sólo queda la carcasa, y los fulares de algodón, pulseras de plástico y collares de tela se amontonan en la delicada tapicería.

Lo primero que me ha venido a la cabeza es el cambio, el gran cambio ¿a peor?, no lo creo, es simplemente una diferencia de "calidad" dentro de nuestra escala de valores. La crisis hace mella también en los negocios más ilustres; no puedo decir que me entristezca, tampoco que me alegre, pero ver esto me ha hecho pensar que esta crisis, provocada por unos pocos que pagamos todos especialmente las clases bajas tiene también sus guiños optimistas, incluso burlescos ¿quién hubiera pensado hace 20 años que esa joyería iba acabar dando cobijo a utensilios de muchísima menos calidad y precio? nadie, pero es así y yo, me alegro...

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